miércoles, 1 de junio de 2011

Robándole la presa a un puma (3era entrega)

Como mencioné antes, los baqueanos (baquianos dicen otros) Matías Castillo y "El sapito" Martínez  resultaron fundamentales en nuestro viaje. Generalmente trabajan durante la mayor parte del año como porteadores y guías de los andinistas que llegan a la zona del Nevado. Ambos tienen varios ascensos exitosos, a casi todas las cumbres del macizo.
Junto a ellos y como un ayudante fiel está siempre "Duque". Un perrazo de la mas rancia estirpe callejera.











El Sapito, va siempre con su vieja carabina 22  largo a mano por si las moscas...
En uno de los faldeos que hicimos tratando de rodear un cerro, se paró, miró el suelo y dijo secamente:
 - Hay un puma cerca.  Ahora hay que ser cuidadosos, pues nos estará observando y es un animal jodido si tiene hambre.
Lo único que pude observar fue la bosta que según los guías era del felino. Mas oscura y grande que la de un perro.

Luego de un rato, nos encontramos con el bicho. Hermoso ejemplar que apenas nos vió rajó cuesta arriba.
No busquen una foto porque del julepe ni atiné a sacar la cámara :((
El animal tenía más miedo que yo, así que en un instante se esfumó, dejándonos en el sendero un guanaco moribundo que había cazado unos minutos antes.
Los guías instantáneamente procedieron a degollar al guanaco para evitar el sufrimiento y como si fuera un chivo, comenzaron a cuerearlo


El camélido, era un animal grande, de casi 80 kg y según Sapito, nos permitiría comer algo más rico, aparte de picadillo, corned beef o los fiambres que llevábamos.
Grande fue mi sorpresa, cuando del animal recién muerto, sólo tomaron la paleta y pierna derechas dejando el resto.
Ante mi pregunta de porqué dejaban tanto que podía servirnos, el Sapito respondió con la sabiduría clásica del vallista:
- Porque el dueño de esto es el "lión". Nosotros le robamos un pedazo nomás. Además no sabemos si es una hembra que puede tener cachorros...
Gracias a un puma solitario, durante tres noches comí el asado más sabroso que haya probado en mi vida.
Y como en la zona no hay leña, lo asaron con bosta de vaca seca que recolectamos durante el camino...


Ah. Nosotros no fuimos los únicos que nos alimentamos gracias al puma. Al amanecer, un zorro ladino nos robó parte de la carne que habíamos guardado para otras jornadas y una pareja de cóndores también se hizo un festín con los restos del pobre guanaco.


Como les dije antes: no me envidien...
Esta historia continúa duarente varios capítulos más.
Espero que les guste lo que les cuento y voy mostrando de a poco.
Un abrazo

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